«…, los almanseños no salimos de nuestro asombro al conocer que la regidora almanseña, Pilar Callado, una mujer socialista que, tras examinar qué era lo que más le convenía, renunció al sueldo de alcaldesa (lo justificó por ahorrar gastos a las arcas municipales) para optar por el que le correspondía como Diputada Provincial a jornada completa (¿cómo se puede hacer una jornada completa en la Diputación y otra en la alcaldía de Almansa sin morir en el intento?) y que asciende, según el BOP número 139 de fecha 1 de diciembre de 2023 a la nada despreciable cantidad mensual de: 4.781,23 eur. brutos por 14 pagas, a razón de 66.937,22 eur. brutos por año, y que en los cuatro años de calentar de vez en cuando el sillón provincial se va a embolsar 267.748,88 eur. (44,5 millones de las antiguas pesetas)…, después de levantar…»
Luis BONETE. Copyright-2025
Los almanseños no salimos de nuestro asombro al conocer que la regidora almanseña, Pilar Callado, una mujer socialista que, tras examinar qué era lo que más le convenía, renunció al sueldo de alcaldesa (lo justificó por ahorrar gastos a las arcas municipales) para optar por el que le correspondía como Diputada Provincial a jornada completa (¿cómo se puede hacer una jornada completa en la Diputación y otra en la alcaldía de Almansa sin morir en el intento?) y que asciende, según el BOP número 139 de fecha 1 de diciembre de 2023 a la nada despreciable cantidad mensual de: 4.781,23 eur. brutos por 14 pagas, a razón de 66.937,22 eur. brutos por año, y que en los cuatro años de calentar de vez en cuando el sillón provincial se va a embolsar 267.748,88 eur. (44,5 millones de las antiguas pesetas)…, después de levantar todo ese pastizal que debería sonrojarla, y que le abonan parte de los almanseños que languidecen inmersos en indecentes listas de espera, que soportan ser trasladados a pruebas diagnósticas fuera de esta ciudad, que resisten como héroes horas y horas en urgencias para poder ser atendidos, que sufren esperas de 15 o 20 días para ser atendidos por el médico de cabecera…, con ese panorama a sus espaldas, con esa rémora que no le debería dejar dormir…, no oye, no ve, calla, sonríe y sin empacho alguno y con sus dos ovarios feministas, junto a la caterva de compañeros lameculos de Page en Albacete, vota NO a que se reabran servicios esenciales en el Hospital de Almansa, y lo peor de todo es que se queda sosegada, permanece mansa, no comparece, no explica, no sale a la opinión pública local y da a conocer cuales son o es, el motivo/os que la han llevado a semejante afrenta para con sus vecinos, con los que la votaron y con los que no lo hicieron.
Hace unos meses ante médicos, pacientes y cámaras de televisión, Pilar Callado prometió lo que todos querían oír: la reapertura inmediata de los servicios cerrados en el Hospital de Almansa “…, es algo pasajero” -dijo-. Pero la realidad es tozuda e indiscutible, a día de hoy y tras dos años de mandato esos servicios siguen cerrados, el hospital continúa operando al mínimo, y la promesa quedó enterrada bajo el ruido de otros titulares.
Debemos recordar y conocer que la situación del hospital de Almansa no es aislada, pero sí paradigmática. En este caso confluyen dos ingredientes peligrosos para cualquier democracia: el uso instrumental de las necesidades básicas como recurso político, y la normalización de la hipocresía como estilo de gobierno. Decir lo que el electorado quiere oír, sin voluntad real de cumplirlo, se ha convertido en una práctica tan extendida como impune, y el gobierno social-comunista que lidera Pilar Callado no iba a quedar al margen de usar el recurso gratuito de la hipocresía, sencillamente porque no cuesta nada abonarse a ella.
La alcaldesa de Almansa, Pilar Callado, que vota NO en la Diputación Provincial a la normalización de servicios en el Hospital de Almansa, parece olvidar que las promesas no curan. La hipocresía política no siempre adopta la forma de grandes escándalos o corruptelas visibles. A veces es más sutil, pero igual de corrosiva: prometer por prometer, usar el dolor ajeno como herramienta electoral, y luego mirar hacia otro lado cuando llega el momento de gobernar.
Cada promesa incumplida tiene un costo que va más allá de la obra no realizada. Socava la confianza pública, alimenta el escepticismo, y degrada la calidad democrática. Cuando los ciudadanos aprenden —una y otra vez— que sus demandas son instrumentalizadas, pero no atendidas, el resultado es una sociedad menos participativa, más desconfiada y, a menudo, más vulnerable a los discursos extremos.
Es lamentable que Pilar Callado exhiba un talante sumiso con su jefe Emiliano “Page” y olvide la que es su verdadera obligación: no hacer uso de la salud pública como un eslogan de campaña. Nuestra salud, en este caso concreto que nos ocupa, la de los almanseños es un derecho básico, y como tal debería de estar blindado frente al oportunismo y la sumisión de las consignas políticas que le mandan desde Toledo. Pilar Callado olvida que gobernar no es solo ganar elecciones: es cumplir con lo que se promete, sobre todo cuando lo que está en juego es la vida de las personas.
La regidora almanseña lleva a gala, y es verdad, su condición de historiadora, motivo más que suficiente para que se le suponga conocer que la hipocresía política de la que hace gala y escándalo, no es nueva. Ya en la Atenas clásica, Sócrates criticaba a quienes usaban la retórica como máscara para ocultar sus verdaderas intenciones. Pero lo que antes podía ser la excepción, hoy se ha convertido en método, es una mancha de aceite que poco a poco, año tras año, ha alcanzado inexorable a los municipios y a su estirada clase política, gobernantes o no. El problema no es que los políticos sean humanos y puedan errar; es que muchos han hecho, tal cual Pilar Callado, de la contradicción un modo habitual de ejercer el poder. ¿Como podemos los almanseños creer en las promesas de austeridad que pregonan desde la Casa Grande, si estas se pronuncian por una regidora que se ampara en un sueldo anual millonario?
Que los ciudadanos rompamos en Almansa este ciclo hipócrita de “ofrecer hasta el meter” no es fácil, pero es urgente. Una vía podría ser exigir de una vez, pero de forma contundente la transparencia radical: someter a Pilar Callado y a su equipo de Gobierno a estándares reales de rendición de cuentas, con consecuencias concretas por el incumplimiento de sus propias promesas. Otra, quizá más de fondo, sería de aplicación general: una reforma de la cultura política que premie la coherencia y penalice la demagogia.
Los medios de comunicación también tenemos un papel clave. No debe bastar con cubrir escándalos; es necesario contextualizarlos, analizarlos y señalarlos como parte de una tendencia estructural. El periodismo, el buen periodismo debe ser el espejo incómodo en el que el poder se vea reflejado sin adornos.
En última instancia, la democracia no puede sostenerse solo con procedimientos electorales. Necesita de una ética del servicio público. Y eso implica algo elemental: que quienes nos gobiernan digan lo que piensan, y hagan de una puñetera vez lo que dicen.
El voto NO de Pilar Callado en la Diputación Provincial será recordado por mucho tiempo y entra por la puerta grande de la hipocresía política, sin dejar de ser una cuestión moral. La decisión nefasta de la alcaldesa almanseña tiene efectos concretos y corrosivos en la vida democrática local, ya que el desencanto causado por su actitud no surge del desacuerdo ideológico, sino de la percepción de que quienes nos gobiernan no respetan las mismas reglas que imponen.
Cuando la palabra del político, en este caso concreto de Pilar Callado, deja de tener valor, cuando las promesas se interpretan como gestos vacíos para ganar votos, el terreno se vuelve fértil para la manipulación, el autoritarismo o el populismo sin freno.
Concluyo. La falta de servicios esenciales en el Hospital de Almansa no solo afecta a la salud de los ciudadanos, sino que también genera una sensación de abandono y desconfianza hacia las instituciones. Las promesas incumplidas del Gobierno local y Regional han erosionado la credibilidad de los políticos aupándolos al pódium donde otorgan la medalla al campeón de los mediocres, y han puesto en evidencia la necesidad de una gestión sanitaria más eficiente y transparente.
Mientras tanto, la comunidad local sigue esperando que las promesas se conviertan en realidades y que el Hospital de Almansa recupere los servicios que nunca debieron ser eliminados.
“Las promesas no curan”
Comentarios recientes