CARTA ABIERTA A LA ALCALDESA DE ALMANSA

«…, Señora alcaldesa: Le escribe un ciudadano. No uno cualquiera, de esos que aplauden con la oreja las decisiones del poder por miedo o por costumbre, sino uno que aún conserva, pese al hastío, cierto apego por la decencia, la ley y la conciliación entre la vida personal y el oficio público. Le escribe Raúl Rapallo Isla, empleado público del Hospital General de Almansa, pareja de una agente de Policía Local al servicio de este Ayuntamiento de almansa y, sobre todo, contribuyente: es decir, pagador de sus errores….»

Raúl RAPALLO ISLA. Copyright-2025

.., Señora alcaldesa: Le escribe un ciudadano. No uno cualquiera, de esos que aplauden con la oreja las decisiones del poder por miedo o por costumbre, sino uno que aún conserva, pese al hastío, cierto apego por la decencia, la ley y la conciliación entre la vida personal y el oficio público. Le escribe Raúl Rapallo Isla, empleado público del Hospital General de Almansa, pareja de una agente de Policía Local al servicio de este Ayuntamiento de almansa y, sobre todo, contribuyente: es decir, pagador de sus errores….»

No soy de banderas ni trincheras ideológicas. Me incomodan los fanatismos y me irrita la política de pancarta y trazo grueso. Pero llega un punto en que callar no es prudente, sino cobarde. Y ese punto lo cruzaron ustedes el pasado viernes 16 de mayo, cuando a través de un WhatsApp –un canal más propio de avisos vecinales que de órdenes administrativas– mi pareja fue informada (que no notificada) de que debía trabajar al día siguiente, sábado 17 de mayo de 2025, por decreto de alcaldía firmado el día anterior.

No hubo aviso previo. No hubo negociación ni justificación real. Solo una orden con sello y firma, como si eso bastara para convertir una ilegalidad en rutina.

Yo también tengo responsabilidades: guardias, emergencias, disponibilidad regional. Pero hice lo imposible para adaptar mi vida a la de mi pareja. Compramos entradas, hicimos reservas, pedimos favores y movimos turnos. Todo eso, tirado a la basura por la decisión apresurada, imprudente y, permítame decirlo, jurídicamente nula que usted estampó sobre el papel con la misma ligereza con la que se tiran panfletos desde un balcón electoral.

Pero si solo fueran entradas perdidas y planes rotos, podría uno encogerse de hombros. Lo insoportable fue ver a mi pareja, profesional intachable, madre, policía vocacional, rota en lágrimas por la situación (puede pedirle confirmación al inspector jefe) de indefensión que ustedes le impusieron. No por cobardía, señora alcaldesa, sino por dignidad herida. Por saber que la ley, que debería protegerla, fue pisoteada por quienes están obligados a respetarla.

No puede decir que no sabía. No puede alegar ignorancia. Porque el inspector jefe de la Policía Local –un profesional que sí conoce la ley– les advirtió. Lo hizo en múltiples ocasiones. Y lo hizo, además, por escrito, el mismo día 16. Pero usted no estuvo sola en esa decisión. No. Tuvo compañía. Y eso, señora alcaldesa, es lo más grave de todo: no solo firmó. Le acompañaron en el despropósito dos concejales con carteras que, paradójicamente, deberían velar por la legalidad, el orden y el bienestar común.

Me refiero, claro está, a su concejal de Hacienda, Patrimonio, Régimen Interior y Turismo –una cartera tan extensa como poco ejercida en esta ocasión–, y a su concejal de Urbanismo, Vivienda, Empleo, Fondos Europeos y Ciclo Integral del Agua –que, viendo lo ocurrido, parece haber olvidado que en esa lista también figura el empleo, con todo lo que ello implica en materia de derechos laborales pisoteados.

Estos ediles, cómplices por acción u omisión, debieron saber que lo que firmaban estaba ya tumbado por los tribunales en al menos tres ocasiones:

Sentencia 69/2012 del TSJ de Castilla-La Mancha, anulando servicios extraordinarios impuestos sin causa legal.

Sentencia 146/2022 del Juzgado de Cáceres, declarando ilegal imponer horas extra sin emergencia.

Sentencia 150/2022 el 9 de diciembre de 2022 El juez del Juzgado de lo Contencio-Administrativo Nº1 de Badajoz, Jesús de Lourdes Adame Sanabria, consideró que la imposición del servicio extraordinario no estaba suficientemente motivada y que no se trataba de una situación extraordinaria que justificara la suspensión del día libre del agente

Las leyes existen para evitar abusos, no para decorar despachos. Y los decretos no pueden usarse como varitas mágicas que convierten el capricho en deber. Ustedes lo sabían. Fueron advertidos. Y aun así, actuaron.

No espero ya una disculpa. No me hago ilusiones con rectificaciones a estas alturas. Pero sí espero, señora alcaldesa, que al menos comprenda el daño –administrativo, legal y humano– que ha causado. Porque esto no es solo una jornada de trabajo impuesta. Es una grieta en la confianza pública. Y eso, señora mía, no se arregla con otro decreto.

Sepa que no me resigno. Que como otros, seguiré defendiendo lo esencial: la dignidad del servicio público, el valor de la ley, y el derecho de quienes no estamos en política pero sí pagamos por ella.

Ese derecho, hoy, ustedes lo pisotearon.

Raúl Rapallo Isla
Empleado público y ciudadano de Almansa

 

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