Vettel el tricampeón del mundo más joven de la historia de la F-1

  •  Vettel, sexto, se proclama tricampeón mundial dando una lección magistral de conducción bajo presión
  • Alonso necesitaba la victoria para ganar el título, y llegó a ser campeón durante varias vueltas
  • El alemán resistió en la pista tras un choque en la salida con Senna

Por Jaime Rodríguez (Enviado especial) | Sao Paulo. Copyright.2012.

 

 

Hasta la orilla. Escaló lo que pudo Alonso, retorció una carrera desquiciante, adelantó en seco y bajo la lluvia, trabajó junto a Felipe Massa en busca del objetivo imposible. Lo rozó. Fue campeón durante un puñado de vueltas, como en 2007 y en 2010, últimas carreras de aquellos año donde también perdió el título de forma dolorosa. En Brasil, donde él ganó dos Mundiales, es Sebastian Vettel el que se proclama tricampeón, el más joven de la historia (25 años), enlanzando tres coronas consecutivas. Le valió con ser sexto, mientras el español era segundo por detrás de Button en una rifa de Interlagos que acabó con el safety car por un accidente de Paul di Resta.

Se salvó de milagro el alemán, rey por solo tres puntos en la general. Gloria para él a chorros, merecida, como el aplauso intenso que merece Alonso, luchador incansable, que empujó un coche que no era el mejor hasta las puertas del título. Su temporada es de chapó. Más no se puede hacer. Su tesón es mayúsculo. Y si la historia es justa, le premiará en el futuro.

Una salida de infarto: Senna toca a Vettel

La salida se convirtió en la pesadilla que soñaba Alonso para Vettel. Mientras los dos Ferrari remontaban como lobos, el alemán se metía en serios líos. Bloqueado por su propio compañero, junto al muro, con la pista resbaladiza por las primeras gotas, llegó ciego a la primera curva, justo en medio del pelotón, donde siempre llegan los problemas.

Allí, entre frenazos de unos y codazos de otros, de repente rozó con un rival y Bruno Senna se lo llevó por delante. Le impactó de lleno en el costado de su monoplaza y le giró 180 grados. Quedó parado en la pista, de frente a los monoplazas que llegaban. Un horror. ¿Fin de su historia? ¿El milagro que Alonso necesitaba?

Décimas de segundo después, a duras penas, Vettel logró enderezar el Red Bull y reincorporarse a la carrera. Era último y Alonso estaba arriba, a punto de lanzar un zarpazo a Massa y Webber para ponerse tercero. En ese momento era campeón del mundo. La complicadísimas cuentas cuadraban. Saltaba el box de Ferrari, sufrían en Red Bull. El ansiado caos que necesitaba el español llegó en los primeros compases de la prueba, pero era sólo la primera página del guión. Quedaba muchísimo.

Con la pista mojada, Alonso perdió el control en una curva y Webber y Massa se le echaron encima. Aguantó el tipo, mientras su compañero, que había firmado una salida fabulosa, bloqueaba al Red Bull del australiano para darle metros de oxígeno. El asfalto era un peligro y se pensaba ya en calzado de lagua. Por detrás, Vettel escalaba rabioso.

El título virtual sólo le duró tres vueltas al asturiano, con su rival cada vez más cerca de la cabeza y él a la cola de los McLaren y del sorprendente Hulkenberg. Entraron los favoritos a por ruedas de agua, pero Button avisó pronto a todos del error. Poco después, tuvieron que regresar a por gomas de verano.

En el descontrol de entradas y salidas, Vettel ya estaba cerca del grupo cabecero. Recuperaba el mando de la general, todos con la calculadora. Adrian Newey, el padre de su monoplaza, revisaba los daños en una fotografía. El destrozo era evidente, con restos de fibra de carbono casi rozando la rueda trasera izquierda, pero su chico rubio seguía apretando en la pista. Como en Abu Dhabi, el coche azul, de acero, resistió los golpes (en Yas Marina tuvo dos golpes y pudo continuar). En las dos carreras salió vivo de accidentes que podían haberle dejado ko. La suerte esta temporada ha viajado en su bolsillo.

Apenas superadas las tensiones del arranque, el ‘safety car’ tuvo su papel protagonista. Apareció para limpiar la pista de escombros, tras el pinchazo de Rosberg, y colocó a todos en fila india, ya con Hulkenberg a la cabeza tras rebasar a los dos McLaren.

Suspense hasta el final

Siete vueltas después el coche de emergencias lanzó al pelotón. Alonso se agarraba a la cuarta plaza, cerca del podio, donde estaban los puntos que requería obligatoriamente para tener opciones de salir campeón. A su espalda, encontraba la protección de Massa, bravo ante su público, que adelantó a Vettel como hizo Kobayashi. El líder se colocaba séptimo, una plaza peligrosa.

A falta de 20 vueltas, Hamilton se puso al mando y la lluvia comenzó a caer con algo más de intensidad. ¿Cambio de ruedas otra vez? Llamaron al garaje a Vettel demasiado pronto, con Alonso resistiendo en la pista. Las angustias comenzaban de verdad en Red Bull, que hacían regresar de nuevo a su piloto. Volvía el barullo. Alonso también colocaba gomas de agua para el tramo final, esas últimas diez vueltas que decidirían el campeonato.

Era tercero y Vettel séptimo. No le valía. Pasó fácil a su compañero, pero Button, el líder rodaba muy lejos, a 16 segundos. Sólo la victoria le servía con Vettel en esa posición. Entonces era campeón el alemán por un solo punto. Arriesgadísimo escenario para él, angustioso para Alonso, tan cerca del objetivo. Se desesperaba al volante, vuelta a vuelta, imposible de alcanzar al McLaren. Vettel era sexto y un accidente de Hulkenberg reventaba el sprint final. El alemán era campeón y Alonso quedaba de piedra, con lágrimas en los ojos, en el podio más triste de su vida. Reconocimiento a los dos. Dos pilotos de época.

 

 

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